Mujeres Conforme al Corazón de Dios

Cuando pensamos en la frase “conforme al corazon de Dios, seguramente nos llegan a la mente muchas cosas, o debo decir, muchas excusas. Por ejemplo:“Es algo que yo no podría ser, aunque quisiera, simplemente no podría”, “Tendría que renunciar a tantas cosas”, “Es mi mayor deseo, pero reconozco que no puedo cambiar”, “Eso no es para mí, tengo demasiadas faltas, soy muy imperfecta”, “No puedo controlar mi lengua ni mis pensamientos”, “Tengo una vida muy complicada.

¿Alguna de estas frases, te resulta familiar? Sin nombrar las tantas otras excusas que no mencioné por falta de espacio.

Muchas mujeres creyentes, sobre todo las que ya tenemos unos cuantos años caminando con Cristo, reconocemos bien las implicaciones de ser “una mujer conforme al corazón de Dios”, o al menos creemos que lo sabemos, aunque muchas veces lo idealizamos.

Una mujer conforme al corazón de Dios no es una mujer “perfecta”, tampoco es una mujer que no peca, que no se equivoca, no es una mujer que nunca dice cosas inapropiadas, ni es una mujer que nunca vistió de manera inadecuada, o que nunca tiene malos pensamientos o que no se queja. Una mujer conforme al corazón de Dios es una mujer normal, una pecadora; ella falla, se equivoca, tal vez cae, pero la diferencia fundamental entre esta mujer y una que no es conforme al corazón de Dios es que la primera tiene ciertas actitudes que la hacen ser diferente al ver las cosas desde otra perspectiva. Veamos algunas de estas cualidades.

1. Actitud ante nuestro Pecado.
Es precisamente lo que nos lleva una y otra vez a la cruz de Cristo, a los pies de nuestro Señor. Es la actitud de ese corazón ante el pecado. La actitud de esa mujer ante su Señor. Esta es la diferencia y lo que hace de esta mujer ordinaria en una extraordinaria. Muchas veces confundimos las cosas, pues sabemos que si hacemos mal, si pecamos u ofendemos a Dios, debemos pedir perdón, pero no es solamente “pedir perdón”, eso lo podemos hacer de la boca hacia afuera, pero el Señor es quien mira el corazón. Podemos engañarnos a nosotras mismas y entre nuestro grupo de amigas o de la iglesia y hasta a nuestra familia, pero al Señor no lo podemos engañar. En Isaías 29:15 leemos, !Ay de los que se esconden de Jehová, encubriendo el consejo, y sus obras están en tinieblas, y dicen: ¿Quién nos ve, y quién nos conoce!

Una mujer conforme al corazón de Dios que tiene convicción de pecado; PERDONA porque entiende que también a ella mucho se le perdonó.

Uno de los ejemplos más importantes de la Biblia sobre lo que es una persona conforme al corazón de Dios es el Rey David. Conocemos su historia, y sabemos que las cosas que él hizo fueron terribles y aún así fue un hombre conforme al corazón de Dios por la capacidad que tenía de reconocer su pecado y de rendirse a los pies de su Señor completamente arrepentido, sabiendo que al primero a quien había ofendido era a su Dios.

En el Salmos 51:3-5, leemos como David le hablaba a Dios desde lo más profundo de su corazón. “Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio. He aquí, en maldad he sido formado, Y en pecado me concibió mi madre.”

También en el Salmos 38:17-18 dice; “Pero yo estoy a punto de caer, Y mi dolor está delante de mí continuamente. Por tanto, confesaré mi maldad, Y me contristaré por mi pecado”.

2. Tiene un corazón dedicado y fiel a Dios.
Una mujer conforme al corazón de Dios es aquella que elige la mejor parte. Al igual que María, busca la presencia de Dios sobre todas las cosas. En Lucas capítulo 10 y versículos del 38 al 40 encontramos la historia de dos hermanas; Marta y María. Y dice: “Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Y Jesús con su inmenso amor le contestó Lucas 10:41-42, “ Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.”

María supo escoger lo que era escencial, aquello que podía hacer suyo en forma íntima y personal en su relación con Jesús. Ella supo comprender que Dios, hecho hombre, cenaría en su casa, ¡qué milagro más sublime! Verdaderamente un privilegio digno de ser honrado. ¡Dios mismo, hecho hombre cenando en mi casa! !Qué cosa tan maravillosa! ¿Te puedes imaginar esa escena? ¿Te puedes imaginar como anfitriona del mismo Dios en tu casa? Sinceramente, yo no sé como actuaría, pues reconozco que yo misma querría que si una persona súper importante va a mi casa a cenar, se sienta bien atendido, que no le falte nada, pero definitivamente si es Dios mismo hecho hombre, es necesario tener el discernimiento para saber elegir el lugar que nos corresponde. Definitivamente yo quisiera estar en el lugar
de María (aunque debo reconocer que en muchas ocasiones actué como Marta). Me he preocupado más por atender y acomodar las cosas y a las personas más que atender lo que esa persona traía para mi. Luego de algún tiempo entendí cuál era el mejor lugar para mi. Marta, la hermana de María, no comprendió el milagro de Dios hecho carne en ese momento especial. Ella no honrró la visita de Jesús, y con su actitud dañó ese momento especial que no se repetiría. Ella fue más allá de lo que era proveer una comida y se involucró demasiado en

su papel de anfitriona. Marta no logró discernir la prioridad ni la importancia de ese momento junto al mismo Dios. María sin embargo, una mujer conforme al corazón de Dios, escogió lo que es muestra de un corazón devoto y fiel. Ella sabía que era más importante ponerle fin a su ocupación de anfitriona y así detener todo lo que estaba haciendo; echar a un lado las cosas secundarias, para poder así concentrarse y ocuparse por completo en el Señor.
Ella escogió la parte que era verdaderamente importante. Había aprendido que nada debía tomar el lugar de ese tiempo reservado para recibir y disfrutar de la presencia de Dios. El tiempo que usamos para estar a sus pies equilibra y enfoca todos los actos de servicio con un corazón humilde. Además, ese tiempo que pasó María escuchando y adorando a Dios nunca se le podría quitar ya que es un tiempo utilizado en la búsqueda y crecimiento de la eternidad. Es un tiempo que gana dividendos permanentes y eternos. María escogió pasar ese tiempo precioso con el Maestro. Ella sabía que lo que iba a recibir en ese encuentro con Jesús, a la larga valía más que ser una buena anfitriona.

3. Tiene a al Señor presente cada día, en todo tiempo. Como mujeres modernas que somos, tenemos un día a día demasiado acelerado, lleno de actividades y compromisos. Si no es el trabajo, es la familia, la iglesia, los hijos, los estudios, en fin, tantas cosas en qué ocuparnos que muchas veces desearíamos añadir más horas al día. ¡Y créanme que si tuviera más horas, más nos ocuparíamos! Siempre estamos de aquí para allá, corriendo, yendo y viniendo. Pero hay algo que debemos reconocer; nunca dejamos de alimentarnos, tampoco dejamos de hidratarnos, o de reposar ni descansar. Nuestro cuerpo mismo nos lo pide y se encarga de que lo hagamos porque así es como él funciona. De la misma manera, nuestro espíritu necesita alimentarse; de la Palabra, oración constante, comunión con los hermanos, congregarse, ayunos, etc. ¡Así es como funciona! Ahora bien, no se trata de dejar todo lo demás para poder hacer esto. Si bien es sumamente importante apartar un momento de nuestro día y dedicarlo exclusivamente al Señor, así como apartamos un día de la semana para dedicárselo a Él. Mientras hacemos algunas cosas o cumplimos con
nuestros compromisos, podemos estar orando en nuestra mente, o tal vez mientras manejamos o viajamos en el auto-bus podemos ir con la Biblia audible, o mientras manejamos también podríamos ir orando,osea hablando con el Señor.

La Palabra nos dice “Orad sin cesar”, 1Tesesalonicenes 5:17. Signigica que en todo tiempo debemos estar “conectadas” con nuestro creador.

Amigas, hermanas, ¡Si tan solo algunas le dieran la importancia a la oración como se la dan a las redes sociales y al “internet”! ¡No perdamos nuestra conexión con el Señor, no importa cuán ajetreado sea nuestro día! Ocupémonos de nuestra salvación (Romanos 13:11, “Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos”), ocupémonos de nuestra santificación (Juan 17:17, “ Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”), ocupémonos de no apagar el espíritu (1Tesalonicense 5:19, “No apaguéisalEspíritu”). Nuestro Dios está en todas partes (Jeremías 23:24, “¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra?”, Proverbios 15:3, “Los ojos de Jehová están en todo lugar, Mirando a los malos y a los buenos”) en todo tiempo Él está mirándonos, escuchándonos, al pendiente de nosotras; con Él no necesitamos hacer fila, cita o pedir un turno.

Con esto, no le resto importancia al apartar un tiempo exclusivo para orar y estudiar la Palabra, es solo para demostrar que no tenemos excusas . Somos directamente responsables de nuestro alejamiento o del Señor.

Elijamos aquello que es necesario; tal vez en nuestro día a día tan ajetreado no podemos parar todo lo que estamos haciendo de un tirón pues muchas tenemos horarios que cumplir, tareas programadas, pero mientras hacemos aquellas tareas, mientras estamos dirigiéndonos a algún lugar, ese tiempo que nuestra mente esta “libre”, elijamos ese tiempo para orar, meditar en la Palabra, o tal vez en el sermón o la clase del domingo pasado. Usemos ese tiempo que tenemos y que como mujeres (que tenemos esa extraña pero única habilidad de hacer cinco cosas a la vez), para orar en nuestra mente, o meditar en la Palabra, oír un sermón o cantar himnos o coros, escuchar la Biblia en audio, etc. La tecnología puede ser un arma poderosísima para destrucción o para edificación, sepamos elegir.

Entonces, resumiendo… ¿Cómo puedo convertirme en una mujer conforme al corazón de Dios, entregada y fiel a Él? 1.- Debemos escojer los caminos y los principios de Dios cada vez que se nos presente una oportunidad. Cada decisión, palabra, pensamiento y respuesta debe estar conforme al corazón de Dios. Nosotras somos mujeres fuertes y activas y de carácter, debemos aprender a escoger aquellas cosas que reflejen a Dios en nosotras y mostrar al mundo cuál es nuestra prioridad más importante. Después de todo, la palabra “prioridad” significa “preferir”. Nosotras deseamos escoger en forma prioritaria el camino de Dios en todas las cosas y en todos los tiempos.

En Proverbios 3:6 leemos,“Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Si le pedimos su dirección y le confesamos que deseamos hacer las cosas a Su manera y no a la nuestra, Él va a dirigir nuestro camino, nos va a instruir y nos enseñará el camino que debemos seguir. En el Salmos 32:8 dice: Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. Isaías 30:21 nos reafirma, Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.

2.- Un Compromiso diariamente con Dios. Nuestra devoción a Dios se fortalece cuando nos ofrecemos a Él con un compromiso fresco y renovado cada día. Cada mañana, en una oración que salga de nuestro corazón, ya sea audible, silenciosa o a travéz de la Palabra, comience cada día, ese un nuevo y precioso día, con Dios. Ofrécele todo lo que eres, todo lo que tienes, ahora, siempre, y a diario. Preséntale todo a Dios en Su altar, viviendo de la forma que Él espera de ti.

3.- Cultive un corazón ardiente.

Apocalipsis 3: 15-16, Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.

De acuerdo a las Escrituras, ¿cuál es el tipo de corazón que Dios considera más detestable?” Piense en esto: El tener un corazón frío significa estar decididamente bajo el nivel de lo normal; ¡no tener emociones, estar ajeno y sin conciencia de Dios! Luego está el corazón tibio. Está moderadamente caliente: Esto significa que es un alma indiferente. ¡Imagínese ser indiferente hacia Dios! Ser calientes es la tercera opción debería ser nuestra condición. El tener una temperatura elevada está caracterizado por una actividad apasionada, emotiva, fogosa y entusiasta, y así es el corazón de alguien comprometido con Dios.

Amigas y hermanas, tener un corazón conforme al corazón de Dios, significa que somos mujeres sensibles a Su voz, a Su Palabra, que nos deleitamos en Él. Esa mujer es una que anhela un corazón conforme al de Dios, esa mujer es consciente de que su alejamiento y enfriamiento espiritual se deberá a que ella ha dejado de tener a Su Señor en cuenta en todos sus caminos, que ha dejado de ponerlo a Él en primer lugar en su vida. Entonces, oremos al Señor con fervor, involucra a Dios en cada área de tu vida, busca Su dirección a cada paso. Pidámosle al Todopoderoso que nos ayude a agradarle, que sea Él quien guíe nuestros pasos y enderezca nuestras sendas (Proverbios 3:6, Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas), pues si Él es quien nos guía, Él también pondrá en nuestro corazón ese deseo; lo pondrá conforme al suyo.

ElSalmos 37:4 dice: “Pon tu delicia en el Señor, y El te dará las peticiones de tu corazón.” Nunca olvides que tu meta y propósito como mujer, es tener un corazón conforme al de Dios.

Dios te bendiga, amiga.
Pastora Biviam Santiago

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